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La Biofilia del profesor Edward O. Wilson

por FRANZ XAVER CANELA

El gran biólogo y humanista erudito estadounidense Edward O. Wilson ha fallecido a los 92 años de edad. Nos lega una importante obra escrita el que ha sido considerado el heredero natural de Darwin. Al profesor Wilson le movió siempre un gran amor por la vida en sus diferentes formas, desde los organismos unicelulares hasta los que se mueven en complejas organizaciones sociales, como por ejemplo las hormigas, que fueron su gran pasión, y que son explicadas exhaustivamente en sus libros. La biofilia de la que ya habló Erich Fromm, se convirtió en el credo de toda una vida para el científico de Alabama, y palabra de culto en su entorno, en un momento en que la vida se muestra con toda su fragilidad en todos los confines del planeta azul.

Después de jubilarse y dejar la docencia, Edward O. Wilson, nos ha dado algunos libros frescos y estimulantes que ha cincelado con su mirada lúcida: En 2014 publicaba «The Meaning of Human Existence» (El sentido de la existencia humana), publicado en español en 2016 en un volumen de 155 páginas por Gedisa Editorial. «Nos deleitamos, por instinto, contando innumerables historias sobre los otros, que seleccionamos como actores y colocamos en el escenario de nuestro propio teatro interior», nos dice el profesor en este libro, donde también apunta al conflicto como motor de cambio: «Puede que el conflicto sea la única manera a través de la cual pueda evolucionar la organización social y la inteligencia humana».

Wilson ha sido un humanista que ha sabido interpretar la complejidad cultural de su tiempo en una lectura transversal más allá de la biología o la genética. En su importante libro «Consilience» defendió la lucha contra la fragmentación del conocimiento y las tendencias posmodernistas. Según Wilson hay que volver a los ideales de la ilustración y tender puentes entre Ciencias y Humanidades, una idea que él supo llevar a la práctica y postular de forma clara en el libro que acabamos de citar. En esta misma línea Wilson no dudaba en hablar de arte en sus libros, como en «El sentido de la existencia humana», donde cita una máxima atribuida d Pablo Picasso: «El arte es la mentira que nos muestra la verdad». Nos habla también, como no, de feromonas y alelomonas, para destacar como el ser humano se separa de este canal de comunicación y pasa a comunicarse a través del canal audiovisual, y no el feromónico: «En resumidas cuentas, las innovaciones evolutivas que nos hicieron amos y señores del mundo viviente también nos convirtieron en minusválidos sensoriales». El científico humanista también tiene que tener su mirada puesta en el pensamiento, la filosofía, y la religión, y Wilson lo sabía, y así cita a Séneca el joven, el filósofo estoico romano: «La gente común y corriente ve la religión como algo verdadero, los sabios como algo falso, y los gobernantes como algo útil.» Sobre esta cita el autor describe como los presidentes de Estados Unidos se dejan asesorar por consejeros cristianos, y que la frase «bajo Dios», que se añadió en 1954 a la ceremonia de juramento al tomar posesión del cargo de presidente de USA, es incuestionable hoy en día y «ningún candidato político prominente osaría insinuar que se eliminara».

Wilson nos habla aquí también de filósofos tan influyentes en la historia moderna del pensamiento como Soren Kierkegaard. En cuanto a la evolución del pensamiento, dice Wilson: «El tamaño del cerebro creció más del doble a lo largo de tres millones de años, desde los 600 cc (o menos) del ancestro prehumano australopiteco, a los 680 cc del homo habilis, y de ahí hasta los 1.400 cc del Homo sapiens moderno». Para Wilson «La vida mental consciente se basa íntegramente en la fabricación de recuerdos. Es una revisión constante de historias que se viviveron en el pasado e historias posibles que se han inventado para el futuro. Algunas de las memorias mutan, conviertiéndose en abstracciones y metáforas».

En 2019 Edward O. Wilson publicó «Génesis, el origen de las sociedades» cuyo título original es «Genesis. The Deep Origin of Societies» que fue traducido y publicado en español en 2020. Dice Wilson: «Los científicos ya no creen que la evolución sea una teoría sino un hecho probado. Y gracias a la observación sobre el terreno y a la experimentación se ha demostrado convincentemente que la selección natural de mutaciones aleatorias es la gran impulsora de la evolución».

No deja aquí Wilson de hacer autocrítica como especie: «La capacidad para el lenguaje, la ciencia y el pensamiento filosófico nos convirtió en los administradores de la biosfera ¿poseemos la inteligencia moral necesaria para cumplir con esta tarea?» En este interesante ensayo Wilson va un paso más allá y se atreve a plantear su propia teoría sobre la homosexualidad. Dice el científico que dado que la homosexualidad es extraordinariamente valiosa para tantas especies, no resulta descabellado considerar a los homosexuales como una casta eusocial, y en el sentido más amplio posible. Añade también: «Habría que tener presente que la propensión hacia la homosexualidad tiene una base parcialmente genética y que además parece beneficiar a los parientes y a los grupos más grandes, haciendo que sus genes tengan más probabilidades de sobrevivir. Las evidencias son indirectas pero contundentes: la frecuencia de los genes responsables de la propensión hacia la homosexualidad en las poblaciones humanas está por encima del nivel esperado si solo fueran el producto de mutaciones, una señal de que esa propensión ha sido favorecida por la selección natural. En otras palabras, ese nivel es demasiado elevado como para que se pueda explicar únicamente por cambios aleatorios en los genes que afectan el comportamiento sexual». Aquí sigue hablando Wilson de la «eusocialidad», y apunta que: «la organización de un grupo en castas reproductivas y no reproductivasa aparece solo en un diminuto porcentaje de líneas evolutivas, relativamente tarde en tiempo geológico, y casi siempre en especies terrestres. Sin embargo, estas pocas líneas, que condujeron hasta las hormigas, las termitas y los humanos, han llegado a dominar el mundo animal terrestre.»

El heredero natural de Darwin dice que la humanidad surgió en la sabana africana, a partir de una línea de australopitecos, siguiendo una ruta similar a la seguida por otros animales eusociales conocidos: «Una fuerza impulsora fundamental en la evolución social fue la competencia entre grupos, que con frecuencia era violenta. La aparición definitiva del nivel Homo fue posible gracias a la combinación de un cerebro inicialmente grande, el fuego que se conseguía gracias a los frecuentes rayos que impactaban sobre la sabana y que podían ser capturados y controlados, y los avances derivados de los grupos fuertemente unidos de miembros cooperadores». (Edward O. Wilson. «Génesis. El origen de las sociedades» Planeta. Drakontos. Crítica. 138 páginas. 2020).

El último libro de Edward O. Wilson.